Canto a la comida

Yo no canto de Marte los furores,
que del cañón me aterra el estallido,
ni del hombre y la peste los horrores,
ni los vanos impúdicos amores
del mundo corrompido.
Canto el placer más sólido y durable
que ofrece la existencia deleznable
En su curso apacible;
canto, público amable,
el mágico poder del comestible.
Giman enhorabuena
en las redes de amor de su sirena
los necios amadores,
no creo que el estómago se llena
con el humo fugaz de los amores.
Canto del rico pavo
la grasienta pechuga,
que tan buena me sabe con lechuga,
la habilidad alabo
del noble cocinero
que asa bien una pierna de carnero,
y el valor indomable con que raja
el pernil de Galicia suculento,
y en la sartén encaja
donde sirve el próvido sustento.

Vicente Sáinz Pardo

Fuente consultada: La Gastronomía en Verso de Enrique Mapelli López.