Anécdota
Recuerdo que durante mi estancia en la Academia General Básica de Suboficiales (AGBS) en el año 1980 en Lérida, durante unas maniobras de invierno en el Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de S. Maurici, a nuestra patrulla nos habían encargado la misión de dar un golpe de mano al campamento base y teníamos que pasar por un punto de alta montaña que se llamaba “Hostal Rock”. Teníamos mucha hambre y a algunos de nuestros compañeros los habían evacuado por tener principio de congelación en los dedos de los pies. Cuando abrimos las instrucciones que nos habían entregado en sobre cerrado y vimos el nombre del punto de encuentro o asentamiento previo (“Hostal Rock”), ante nosotros surgió la esperanza dado que nevaba con mucha intensidad, teníamos mucha hambre y estábamos calados hasta los huesos. Cuando llegamos a Hostal Rock, lugar que nos habíamos imaginado como una casa rural, hotel pequeño o algo parecido, nos encontramos ante una especie de establo de mulos de alta montaña cuyo suelo estaba repleto de excrementos. Hacía mucho frío y afortunadamente con aquellos excrementos pudimos calentar aquellas latas de lentejas que llevábamos en nuestras raciones de previsión, lentejas con unos enormes trozos de tocino que nos supieron a gloria. Entre el vapor de agua que salía de nuestros calcetines empapados y las botas de cuero, y las lentejas y los pedazos de tocino grueso calentitos en nuestros estómagos, parecíamos niños felices durmiendo la siesta.
¡Qué mala es el hambre compañeros!; ¡que mala compañera de camino es!.
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